La verdadera pregunta que nos debemos hacer

Matt Evans

Posted May 19, 2020
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Recientemente, yo estaba en una video llamada por Zoom con un grupo de pastores y uno de ellos preguntó, “¿qué tal si COVID-19 es un juicio de Dios?” No fuimos el primer grupo en hacer esta pregunta. Una encuesta reciente mostró que el 44 % de americanos creen que el coronavirus es un “llamado de atención” de Dios.

Ya sea que el coronavirus es un juicio de Dios o no, el Señor lo puede usar para producir en la gente uno de los objetivos más grandes de Dios: el arrepentimiento.

  • Oswald Chambers, el predicador escocés de principios del siglo XX, más conocido por el clásico devocional, En pos de lo supremo, una vez describió el arrepentimiento como “el fundamento del cristianismo”.
  • Martín Lutero dijo estas famosas palabras: “Cuando el Soberano Señor Jesucristo dijo, ‘arrepiéntanse’ (Mt 4:17), Él deseaba que la vida entera de los creyentes fuera una de arrepentimiento”.
  • Las primeras palabras de ministerio público de Jesús fueron, “Arrepiéntanse porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt 4:17).

Si el Coronavirus no es el juicio de Dios, entonces, al igual que cualquier otro tipo de adversidad y aflicción, nos debe invitar a reflexionar y puede llevarnos hacia Dios y al desarrollo de la piedad (Romanos 5:3-5; 1 Pedro 1:6-7). La adversidad y la aflicción, de hecho, pueden ser un “despertar” a reconocer ciertos patrones de pecado, áreas de incredulidad, y territorios que aún debemos rendir a Él. Finalmente, cualquier crecimiento en piedad o intimidad con Dios siempre va precedido de arrepentimiento.

Durante esta temporada a todos nos han preguntado, ¿cómo estás? o ¿qué es lo que más extrañas? o si ¿estamos en peligro?, pero nos hemos preguntado y batallado con la pregunta: ¿Dónde está Dios obrando arrepentimiento en mi vida (ver Mateo 3:8)?

No debemos ignorar esta pregunta. Si el arrepentimiento es fundamental y característico de nuestra vida como dijo Lutero, entonces nunca nos harán falta pecados de los que debemos arrepentirnos. Nuestra oración debe ser como la del salmista: “¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón?

 Límpiame de estas faltas ocultas. ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen”. (Salmo 19:12-13)

Aunque el arrepentimiento es la puerta para la salvación, una mayor intimida con Dios, temporadas de avivamiento y renovación espiritual, el entendimiento del verdadero arrepentimiento es escaso en la Iglesia. Por este motivo la siguiente definición de arrepentimiento de J.I. Packer es útil:

El arrepentimiento significa darle la espalda a todo lo que conozcas de tu pecado para darle lo mayor que tu conoces de ti mismo a Dios, y a medida que nuestro conocimiento crece en estos tres puntos, nuestra práctica del arrepentimiento aumentará.

Adicionalmente, como muchas de las cosas que Dios valora, el enemigo ha producido su falsificación. La falsificación del arrepentimiento es lo que Dietrich Bonhoeffer define como “gracia barata” –

 La gracia barata es la predica del perdón sin requerir arrepentimiento … La gracia barata es gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Cristo Jesús vivo y encarnado.

La gracia costosa es el tesoro escondido en el terreno, por el beneficio de ella un hombre saldrá y venderá todo lo que posee. Es la perla de gran precio por la cual el mercader venderá todas sus pertenencias. 

Tal gracia es muy costosa porque nos llama a seguir, y es gracia porque nos llama a seguir a Cristo Jesús. Es costosa porque le cuesta al hombre su propia vida, y es gracia porque le da al hombre la única vida verdadera. Es costosa porque condena el pecado, y es gracia porque justifica al pecador. 

Sin arrepentimiento no hay posibilidad de salvación.

Sin arrepentimiento no hay oportunidad de avivamiento.

Sin arrepentimiento no hay cómo vencer el pecado.

Sin arrepentimiento no hay no hay cómo acercarse a Dios.

Sin embargo, Dios siempre está invitando al arrepentimiento (1 Timoteo 2:4; 2 Timoteo 2:25) y a las bendiciones que vienen por medio de él. Así que, en esta temporada sin precedentes, que podamos oír de nuevo las palabras del primer sermón de nuestro Rey y Salvador:

«¡Por fin ha llegado el tiempo prometido por Dios! —anunciaba—. ¡El reino de Dios está cerca! ¡Arrepiéntanse de sus pecados y crean la Buena Noticia!».

Marcos 1:15 (NTV)