Si eres como yo, hay momentos en los que simplemente luchamos con el “ahora”. Esta lucha se manifiesta a través de la nostalgia por la “forma en que las cosas solían ser ” o por alguna posibilidad futura que esperamos que se haga realidad. En otras ocasiones, mi estado de ánimo secuestra el “ahora” que estoy viviendo. A veces siento que estoy viviendo entre un pasado que prefiero y el futuro que espero se materialice y, en consecuencia, pierdo la oportunidad del “ahora”.
Este es un peligro real mientras continuamos viviendo una pandemia global. Muchos de nosotros pensábamos que en este punto ya estaríamos de regreso a la normalidad. Debido a que claramente no hemos vuelto a la normalidad, ahora estamos frustrados por expectativas insatisfechas, postergando las cosas que deben hacerse o ansiosos por lo que nos depara el futuro.
Sin embargo, debemos recordar que Dios es el Dios del ahora. Prácticamente, esto significa que el momento en que tu y yo estamos actualmente está lleno de potencial y posibilidad. Significa que el Dios cuyos planes nunca fallan y cuyos propósitos se cumplen (Isaías 14:24) tiene una “voluntad para hacerse en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10) ¡ahora mismo!
Entonces, ¿cómo aprovechamos la oportunidad del “ahora” que Dios nos ha dado?
1) Dios sabía sobre nuestro “ahora” antes de que sucediera, y está con nosotros en él.
Necesitamos recuperar una visión sublime y sólida de la soberanía de Dios sobre todas las cosas. Los puritanos oraron por esta verdad teológica con estas palabras: “… nada me puede ocurrir sin Su permiso, asignación y administración”.
A veces luchamos con esto cuando suceden cosas malas. Sin embargo, debemos recordar que los cristianos no creen que las cosas malas no le suceden a personas buenas. De hecho, nuestra fe se basa en el hecho de que algo horrible le sucedió a una Persona perfecta, y que le sucedió a Él para que no tenga que sucedernos a nosotros (Romanos 5:6-8). Pero las buenas noticias no terminan ahí. Este mismo Dios que resucitó de la muerte promete estar CON nosotros en cada “ahora” que enfrentamos (Deuteronomio 31:6).
2) La meta de Dios para nosotros es la dependencia y la obediencia momento a momento.
Muchos de nosotros no podemos superar nuestro pasado o siempre estamos esperando una combinación perfecta de circunstancias, sentimientos y puertas abiertas antes de hacer lo que hay que hacer. ¿El resultado? No prestamos suficiente atención al tiempo presente que tenemos. Considera las siguientes Escrituras sobre la importancia del ahora:
• En Gálatas 6:9-10, se nos dice que hagamos todo lo que podamos mientras podamos.
• En Filipenses 3:12-14, Pablo comparte su compromiso de no ser encadenado por su pasado y seguir adelante en su deseo de conocer a Cristo profunda y abundantemente a toda costa.
• En Marcos 5, tome nota de cuántas veces Jesús es interrumpido y cómo se detiene para maximizar el momento.
• En Juan 5:19, Jesús comparte que su relación en tiempo presente con el Padre guía y da forma a todas sus actividades.
• En Efesios 5:16-18, Pablo escribe sobre redimir el tiempo, entender la voluntad de Dios y ser controlado por el Espíritu Santo. En otras palabras, Dios existe en cada momento y está con nosotros en cada momento, por lo tanto, cada momento es precioso y la voluntad de Dios se puede hacer en cada momento que se nos da.
3) En cada momento, Dios quiere ayudarnos a ver lo que Él ve y a pensar lo que Él piensa.
El siervo de Eliseo solo podía ver al enemigo, pero no la provisión de Dios, así que Eliseo oró para que sus ojos estuvieran abiertos para percibir la presencia de Dios (2 Reyes 6:17). También se nos promete la “mente de Cristo” para que podamos pensar los pensamientos de Dios sobre nuestro ahora (1 Corintios 2:16). Mientras oramos por nuestra propia capacidad de ver y por poder entender la mente de Dios, aquí hay algunas posibilidades para el ahora en que nos encontramos:
¿Estoy retrasando la obediencia? Dios no pasará de un punto de desobediencia y ahora es siempre el momento adecuado para obedecer.
¿Qué necesito para desaprender? A veces no podemos disfrutar el presente o percibir a Dios en él porque un viejo hábito, dolor o mapa mental necesita ser finalmente tratado. Ser un discípulo (un estudiante) de Jesús significa que a menudo tenemos que desaprender cómo solíamos hacer ciertas cosas, pensar sobre ciertos temas o manejar nuestras relaciones. Nuestro ahora es a menudo cuando Dios nos pide que desarrollemos nuevos patrones modelados a la imagen de Cristo.
¿En qué promesa de Dios estoy confiando? La fe no comienza con un sentimiento o un conjunto de circunstancias perfectas; La fe comienza con una palabra de Dios que creemos simplemente porque es Su Palabra. Dios obra por fe.
¿Estoy dandole energía a una emoción tóxica? Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones son indicadores, no guías. Una desilusión, una expectativa insatisfecha, un desvío no planificado u otro desafío de la vida nos tentará a volvernos amargados, cínicos, frustrados o, al menos, distraídos. Nuestra oportunidad en el ahora es no dejar que esas emociones tengan la última palabra y entonces podremos escribir el próximo capítulo de nuestra historia.
Vuélvete a Cristo, detente en Su amor exhibido en la cruz y medita en Su gloria.
Deja que Dios te ame ahora. Deja que te defina ahora. ¡Deja que sea el Dios de tu ahora, ahora mismo!