Unas elecciones presidenciales divisivas. Una toma de posesión con protestas. La Marcha de las Mujeres. Demócratas contra republicanos. Liberales frente a conservadores. Rural frente a urbano. Estados azules frente a Estados rojos. Pro-vida vs. Pro-elección. Ricos, pobres. Negros, blancos, hispanos.
La gente está dividida... políticamente, económicamente, geográficamente, espiritualmente, por género, etnia y orientación sexual. Como seguidores de Cristo, es fácil empezar a ver el mundo y a otras personas en el paradigma de "nosotros contra ellos". Sin mucho esfuerzo, empezamos a relacionarnos con los demás basándonos en nuestras diferencias con ellos. Cuando nos relacionamos con los demás basándonos en nuestras diferencias, tendemos a estar a la defensiva, nos centramos más en tener razón que en ser amables, o gravitamos hacia el aislamiento y la asociación sólo con personas "como" nosotros.
Aunque el "nosotros contra ellos" parece necesario, ¿es bíblico? ¿Cómo vivimos entonces en una nación dividida en tantas identidades e ideologías diferentes?
1) No debemos sorprendernos cuando el "mundo" no actúe como "nosotros" como seguidores de Cristo, y debemos recordar cómo éramos antes de Cristo.
No se sorprenda de que la gente no reconozca la verdad(Romanos 1:18), prefiera la enseñanza de las buenas sensaciones a la verdad(2 Timoteo 4:3) y no vea a Dios en la creación, las Escrituras o el Evangelio.
Todos deberíamos leer y releer Tito 3:3. Debido a quiénes éramos antes de Jesús y a lo que Él hizo por nosotros(Romanos 5:8), los seguidores de Cristo deberían ser las personas más humildes, amables, pacientes y misericordiosas del planeta. No es "nosotros contra ellos", es "nosotros" en humilde compasión y gracia hacia "ellos".
2) Debemos juzgar correctamente.
Estamos llamados a juzgar el pecado EN la iglesia-el pecado de los cristianos o de los que dicen serlo(I Corintios 5:13). Esto significa que nuestra postura es "nosotros" contra el pecado que encontramos en nosotros mismos y entre nosotros en la iglesia. Pablo ordena a la iglesia que viva de manera que los que están fuera de ella no puedan criticarla(Filipenses 2:14-15) e instruye a los líderes de la iglesia para que tengan buena reputación entre los no creyentes(I Timoteo 3:7). Por ejemplo, ¿nos preocupa más lo que diga el Tribunal Supremo sobre el matrimonio o cómo les va realmente a las personas de nuestro grupo pequeño en su matrimonio?
¿Por qué es importante? Para que nuestro testimonio de Cristo pueda ser escuchado sin distraer o crear disgusto, y se nos recuerde que este testimonio es cómo Dios está a favor de la gente en Jesús, no en contra de ellos(Juan 3:17). En otras palabras, no somos instrumentos de condenación para "ellos", sino ministros de reconciliación(2 Corintios 5:19-20) y "sal y luz" para "ellos"(Mateo 6:13-16).
3) Debemos gestionar con sabiduría la tensión entre la verdad y el amor.
Al relativizar la verdad a los individuos, a la preferencia ideológica de uno o a la identidad dominante de uno, todo lo que necesitamos es amor, ¿verdad? El mundo sólo quiere oír hablar de aceptación, tolerancia e igualdad disfrazadas bajo la categoría de "amor". Sin embargo, existe la verdad absoluta y objetiva. Ignorar o descartar la verdad no la hace menos cierta; sin embargo, ocultar la verdad es potencialmente falto de amor. Sin embargo, no compartimos la verdad por orgullo o condena o para tener razón o para ganar una batalla de "nosotros contra ellos". Como dijo Tim Keller en un sermón, "la verdad sin amor es una arrogancia imperiosa. El amor sin verdad es cobarde autoindulgencia". Como seres humanos, todos necesitamos la verdad, y todos necesitamos amor. Necesitamos la verdad expresada con amor y el amor que apunta a la verdad.
4) Debemos profundizar en el Evangelio para vivir eficazmente en el mundo de hoy.
El Evangelio nos humilla con la difícil verdad sobre nosotros mismos, pero muestra nuestro valor a través del amor radical de Dios. El Evangelio nos dice que el suelo al pie de la cruz es llano y que todos somos peregrinos en busca de la verdad que nos liberará y del amor que no nos defraudará. En el Evangelio, no es "nosotros contra ellos". Somos todos los que necesitamos a Aquel que se hizo uno de nosotros: para morir por nosotros, para morir en lugar de nosotros, y para resucitar de entre los muertos para dar vida a cualquiera de nosotros que depositara su fe en Él.