Creemos que la Biblia, los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios (Salmo 19:7-11; Juan 2:22; Colosenses 3:16), escrita por autores humanos bajo la inspiración del Espíritu Santo (2 Pedro 1:20-21). Ella es verdad y sin error, confiable y la autoridad suprema para todos los asuntos de fe y práctica (Salmo 119: 160; 2 Timoteo 3:15-17).
Dios se ha revelado a sí mismo como el Dios vivo y verdadero (Deuteronomio 6:4), perfecto en amor y justo en todos Sus caminos (Salmo 18:30; Mateo 5:48; 1 Juan 4:8), uno en esencia (Efesios 4:5-6) y existiendo eternamente en las tres Personas (o personalidades) de la Trinidad como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cada Persona de la Trinidad es completamente divina, con distintos atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o ser (Génesis 1:26; Mateo 3:16-17; Mateo 28:18-20; Juan 14:16-17; 2 Corintios 13:13, 14)
- Dios el Padre reina con cuidado providencial sobre Su universo, Sus criaturas y la dirección de la historia humana de acuerdo con Sus propósitos (Salmo 103:19; Mateo 5:45; Hechos 17:26-28; 1 Timoteo 6:15). Él es todopoderoso, omnisciente, completamente amoroso y sabio (Jeremías 32:17; Marcos 10:27; Romanos 16:27; Santiago 1:17). Dios es Padre en verdad para aquellos que llegan a ser hijos de Dios por la fe en Jesucristo (Mateo 6:9; Romanos 8:15; Gálatas 4:6; Efesios 3:14-15)
- Dios el Hijo es Jesucristo. Él es completamente humano y completamente divino (Juan 10:30; Romanos 9:5). Él es el Creador (Colosenses 1:16), el único Mediador (1 Timoteo 2:5), el Mesías judío profetizado (Juan 20:31) y el Rey de reyes (Lucas 1:31-32; Apocalipsis 17:14) . No hay salvación fuera de Jesucristo (Juan 14:6; Hechos 4:12). Él regresará con poder y gloria para juzgar al mundo y consumar Su misión redentora al establecer plenamente Su Reino (Hechos 1:10-11; Apocalipsis 1:8).
- El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios (2 Corintios 3:17) quien inspiró la composión de las Escrituras (2 Pedro 2:20-21). Él convence a la gente de pecado, justicia y juicio (Juan 16:8-10). Él exalta y glorifica a Cristo (Juan 16:14). Él llama a la gente al Salvador (Juan 15:26; 1 Juan 5:6) y efectúa la regeneración (Tito 3:4-7). En el momento de la regeneración, Él habita en cada creyente (Romanos 8:9-11; Gálatas 3:2) y los creyentes necesitan estar continuamente llenos del Espíritu (Efesios 5:18). Él es el Consejero y Consolador del creyente (Juan 14:26). Él cultiva el carácter cristiano (Gálatas 5:22-23), guía a los creyentes a media que siguen a Cristo (Juan 16:13), les da dones espirituales para el servicio y la misión (1 Corintios 12:4-6) y sella a los creyentes como la garantía y el anticipo de nuestra salvación y herencia futura. (2 Corintios 1:22; Efesios 1:13).
Dios creó el mundo de la nada para Su gloria (Isaías 43:7; Romanos 11:26; Colosenses 1:16; 1 Pedro 4:11; Hebreos 11:3). Él hizo al hombre y a la mujer a Su propia imagen para estar en relación con él por siempre (Génesis 1:27). La gente solo encuentra gozo sin fin y completa satisfacción viviendo exclusivamente para Dios, por lo tanto, podemos decir que nuestro objetivo principal es glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre (Salmo 16:11; Juan 15:11). La santidad de la vida humana es evidente en que Dios creó al hombre a Su propia imagen y en que Cristo murió por la humanidad. Por lo tanto, cada persona de cada raza posee plena dignidad y es merecedora de respeto y amor cristiano (Salmo 8:5; Apocalipsis 7:9).
Al principio, las personas eran inocentes de pecado y Dios las dotó de libertad de elección (Génesis 2:15-17). Sin embargo, comenzando con Adán y Eva, la gente ha desafiado a Dios al seguir su propio camino pecaminosamente y rebelarse contra Él (Génesis 3:1-7). Todas las personas han pecado (Romanos 3:23; 6:23), son interiormente depravadas (Salmo 51:5; Romanos 3:10-13) y justamente merecen condenación y separación eterna de Dios (Efesios 2:3). Sin la gracia de Dios las personas están indefensas e impotentes para cambiar su condición de pecado y poner fin a su separación de Dios (Juan 8:34; 1 Corintios 2:14; 2 Corintios 4:3-6; Efesios 2:8-9).
La buena noticia es que Dios envió a Su Hijo (Juan 3:16), Jesucristo, nacido de la virgen María (Mateo 1: 18-24), Dios en la carne como el Mesías judío prometido (Juan 1:40) para salvar. personas de sus pecados y comenzar Su Reino (Mateo 1:21; Lucas 2:11; Mateo 3:2; Marcos 1:15). A través de la vida perfecta y sin pecado de Jesús (Hebreos 4:15) y por Su muerte en nuestro lugar, Él defendió la justicia de Dios y demostró Su amor perfecto (Romanos 4:25, 5:8; 1 Corintios 15:3). A través de Su muerte en la Cruz, Él satisfizo la justa ira de Dios y cargó con el castigo por nuestros pecados (Isaías 53:5; Romanos 3:25; 1 Juan 4:10). Se levantó de entre los muertos después de tres días para demostrar Su poder sobre el pecado y la muerte (Romanos 6:9; 1 Corintios 15:55-57), para probar Su identidad como Hijo de Dios y Rey de reyes (Mateo 28:18; Juan 20:27-28; Romanos 1:4; Efesios 1:20-21), y para asegurar que todos los que se aparten del pecado y confíen en Él serán removidos de sus pecados y serán reconciliados con Dios para siempre como parte de Su Reino eterno. (1 Corintios 15:13-14; Apocalipsis 5:10).
Esta buena noticia de salvación para los pecadores llega solo a través de la gracia salvadora de Dios, no del esfuerzo humano (es decir, nadie puede ser lo suficientemente bueno o religioso). Dicha salvación debe recibirse personalmente mediante el arrepentimiento y la fe en Jesucristo como un regalo gratuito de Dios y como parte de Su buen propósito (Efesios 2:4-9; Mateo 4:17; Hechos 2:38; Hechos 20:21). El arrepentimiento es un cambio genuino donde se le da la espalda al pecado y se empieza a vivir para Dios (Mateo 3:8). La fe es aceptar a Cristo como Salvador y confiar en Él lo suficiente como para seguirlo como el nuevo y supremo líder de nuestra vida.
- El arrepentimiento y la fe son experiencias inseparables de la gracia de Dios como parte de la regeneración, o el nuevo nacimiento, donde los pecadores se convierten en nuevas creaciones (que 'nacen de nuevo') en Cristo Jesús (Marcos 1:15; Hechos 2:38).
- La regeneración es un cambio de corazón causado por el Espíritu Santo a través de la convicción de pecado y la revelación de Jesús como Señor y Salvador (2 Corintios 4:6; Tito 3:5). El Espíritu Santo mora en el creyente en el momento de la salvación (Romanos 8:9; 1 Corintios 12:13; Gálatas 3:2)
- La justificación es la absolución completa y llena de gracia de Dios a todos los pecadores que se arrepienten y confían en Cristo. Esto le otorga al creyente la justicia de Cristo (Romanos 4:6,11; 1 Corintios 1:30; 2 Corintios 5:21; Filipenses 3:9) y les da una relación de paz y favor con Dios (Romanos 5:1-2; Gálatas 2:16)
- Aquellos que nacen de nuevo (creyentes regenerados) tienen un nuevo afecto por Dios y una nueva ambición de vivir para Él (Ezequiel 36:26; Mateo 22:37-39; 1 Juan 2:15; 1 Juan 3:9-10; Tito 2:11-14). Esto inicia el proceso de santificación mediante el cual el creyente se transforma progresivamente a la semejanza de Cristo (Romanos 6:22, 8:29; Colosenses 3:10). Los creyentes cooperan con el Espíritu Santo en este proceso de crecimiento y transformación (Filipenses 2:12-13; 1 Timoteo 4:7-8) a través de varias disciplinas o hábitos espirituales. El creyente es capacitado por la presencia y el poder del Espíritu Santo para caminar en una relación creciente con el Dios vivo (Gálatas 5:25), para cultivar el carácter cristiano (2 Pedro 1:5-7) y para servir a Cristo y a Su Iglesia a través de los dones espirituales (1 Corintios 12:4-6). Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin de los tiempos, siendo guardados por el poder de Dios a través de la fe (Marcos 13:13; 1 Corintios 15:1-2; Filipenses 1:6; Hebreos 3:14; Judas 24).
Los creyentes regenerados se convierten en miembros de la iglesia eterna y universal de Dios (Romanos 12:5). Un cuerpo espiritualmente vivo del cual Cristo es la Cabeza (Colosenses 1:18; Efesios 4:15-16). La iglesia local es una comunidad unificada y organizada de creyentes regenerados (Hechos 6:1-7; Tito 1:5; Hebreos 13:17; 1 Tesalonicenses 5:12-13) que buscan amar a Dios y los unos a los otros obedeciendo a Su Palabra (Colosenses 3:12-17; 1 Timoteo 4:13), rindiéndose a Su Espíritu (Hechos 13:1-4) y dándole a conocer hasta los confines de la tierra (Mateo 28:18-20; 1 Pedro 2:9).
- La iglesia local también administra las dos ordenanzas de Cristo: el bautismo y la Cena del Señor (Santa Cena).
- El bautismo es la inmersión del creyente en agua como un acto de obediencia a Cristo que exterior y públicamente simboliza la muerte del creyente a su vida anterior, la limpieza del pecado y una vida nueva bajo el liderazgo de Dios (Mateo 3:13-17; Mateo 28:19-20; Hechos 2:41; Romanos 6:3-4; Colosenses 2:12).
- La Cena del Señor es un acto simbólico de obediencia donde Él está espiritualmente presente a través de la fe. Este acto ilustra la muerte de Cristo y sus beneficios para los creyentes, fortalece su fe y unidad y anticipa la segunda venida de Cristo (1 Corintios 11:23-29; 1 Corintios 10:16-18).
La iglesia es una comunidad de demostración, que anticipa las realidades del Reino venidero de Jesús (Mateo 5:14, 6:10, 6:33, 24:14; Filipenses 2:14-15; 1 Pedro 2:9,12). El Reino de Dios incluye Su soberanía sobre el cosmos (Salmo 147:4; Colosenses 1:16-17; 1 Timoteo 6:15), Su gobierno particular sobre las personas que reconocen a Jesús como Rey (Lucas 17:21; Colosenses 1:13-14), y áreas donde se hace la voluntad de Dios en la tierra y en la sociedad humana (Isaías 11:9; Mateo 6:10).
- La iglesia participa en la misión de Dios al declarar a Jesús como Mesías y Rey (Efesios 3:10-11), compartiendo el Evangelio a través del evangelismo y misiones a todas las naciones (Mateo 28:18-20; Juan 20:21; Hechos 1:8), oponiéndose a la opresión y la injusticia (Jeremías 22:3-5; Isaías 58:6), y demostrando Su amor y justicia a través de actos de servicio y caridad (Miqueas 6:8; Lucas 4:18; Mateo 25:31-46 ; Gálatas 2:10; Efesios 2:10; Santiago 1:27). La plena consumación del Reino aguarda el regreso de Jesucristo (Tito 2:12-13; Hebreos 9:28; Apocalipsis 5:9-10; Apocalipsis 22:12). De acuerdo con Su promesa, Jesucristo regresará personal y visiblemente en gloria a la tierra para establecer Su reino (Mateo 16:27; Hechos 1:11; Apocalipsis 1:7).
Creemos que el término "matrimonio" tiene un solo significado: la unión de un hombre biológico y una mujer biológica en una unión única, exclusiva e íntima, como se describe en las Escrituras (Génesis 2:18-25; Marcos 10:6-9). El matrimonio también es un regalo especial de Dios para revelar la unión entre Cristo y Su Iglesia (Efesios 5:22-33).